lunes, 13 de noviembre de 2017

Las Gentes del mundo: Medianos

Medianos

Los medianos, o zingos, son un pueblo nómada de estrechos lazos familiares que viaja en carretas y tienen fama de pillos honestos. Pillos, por su lengua afilada y su gusto por costumbres tan liberales como el juego, el beber o el teatro. Honestos, porque no rompen la palabra dada y ofrecen asilo y auxilio a todo el que lo necesite. A partir de ahí lo que se cuente de los alegres zingos depende casi por entero de las tradiciones y supersticiones locales. Hay poblaciones donde son recibidos con grandes jolgorios y honores, y en otras se les recibe fríamente y con una escolta. Lo que todo el mundo tiene muy claro, es que los zingos tienen la bien desarrollada costumbre de desaparecer tan pronto como empiezan los problemas.

Los medianos recurren sobre todo a las armas a distancia y a los perros para su protección en el camino, y son famosos por su maestría en el manejo de la honda. De vez en cuando una caravana de zingos es víctima de los rigores en el camino. Los supervivientes (de haberlos) tienen entonces dos opciones, tratar de unirse a otra caravana, donde serán tratados como parientes lejanos, nunca del todo parte de su nueva familia, o buscar un hueco en la sociedad humana, donde a menudo resultan maltratados o convertidos en objeto de mofa. Los hay también que prefieren echarse a la vida de la aventura (lo que muchos consideran un intento de suicidio en toda regla), y otros entran a formar parte del mundo criminal, donde sus talentos suelen ser apreciados y a menudo acaban siendo mejor tratados que si participasen de un oficio honrado.

Los zingos han demostrado poseer una habilidad natural para la magia y reconocen fácilmente objetos encantados, lo que les permite a menudo hacer lucrativos negocios con humanos crédulos o ignorantes. En sus caravanas siempre suele haber un hechicero o mago, y aunque lo más habitual es que utilicen sus conocimientos arcanos para dar vida y color a sus representaciones y juegos, otros venden sus talentos al mejor postor y no faltan quienes hacen uso de los mismos con fines más siniestros. En las localidades más apartadas, la aparición de una caravana de medianos es la única ocasión de presenciar los portentos de la magia y aquí suelen ser recibidos con entusiasmo.

martes, 7 de noviembre de 2017

Tesoro y Gloria: La Plaga

Aplazamos la siguiente entrada sobre las Gentes (las cuatro razas civilizadas del mundo de Tesoro y Gloria) para hablar brevemente sobre la Plaga, una terrible aflicción que lleva castigando el mundo desde hace siglos, y no pocas veces ha amenazado con purgarlo por completo. 


La Plaga no es una enfermedad: es una maldición, un castigo divino o un terrible uso de la brujería, según a quien le preguntes. Aflige no sólo el cuerpo, si no también el alma del que la sufre. Comienza de una forma sencilla, con una pústula o una llaga. Esta no sana, si no que empeora día a día hasta que la carne se pudre y moscas y larvas comienzan a medrar en ella. El olor es en estos casos difícil de ocultar, y suele ser entonces cuando la enfermedad se descubre... pero para entonces suele ser demasiado tarde. 


Antes de llegar a este punto nuevas llagas y pústulas comienzan a cubrir al apestado, y todas terminan produciendo el mismo efecto. En pocas semanas, el apestado se ve constantemente cubierto por una espesa nube de moscas que proliferan en sus heridas y se alimentan de su carne putrefacta. Los apestados enloquecen a medida que la enfermedad prolifera. Sufren ataques de ira, una repentina afinidad con lugares insanos y sucios y demónicas visiones y tormentosas pesadillas quiebran su cada vez más frágil cordura. La persona retiene sus memorias y su carácter, pero su degeneración es ya imposible de ocultar. 


La mayoría de las personas mueren debido a la plaga antes de cumplirse el mes. Muchos enloquecen completamente antes de morir, se vuelven agresivos o se tuercen hacia los poderes oscuros en busca de una salvación que no llegará. A veces se agrupan por bandas, o familias, protegiéndose mutuamente hasta la llegada de su amargo final, cuando finalmente las moscas reinarán plenamente sobre sus cuerpos. Los que así mueren se convierten en colonias de estas moscas, llamadas moscas de sangre, que proliferan en abundancia mientras quede carne que consumir, extendiendo la Plaga incluso una vez su huésped ha muerto. Las moscas de sangre deforman el cadáver de su anfitrión, convirtiéndolo finalmente en una colmena de carne que difícilmente recuerda a una persona. Los heridos y enfermos harían bien en cuidarse de estos enjambres, que depredan a los débiles convirtiéndolos en cómplices de su monstruosa miseria. 

Ilustración por +Jagoba Lekuona, el encargado
de dar vida al Bestiario de Tesoro y Gloria.
Pero hay quienes no mueren y sufren un destino peor. Los físicos no se ponen de acuerdo en el número exacto, algunos dicen que es uno de cada tres, otros que uno de cada diez. De una u otra forma, siempre más de lo que los dioses deberían permitir. Estos que no mueren evolucionan horriblemente en su condición, deformándose más y más pero sin llegar a morir. El cambio más espantoso sucede en sus ojos, que mutan horrendamente para asemejarse a aquellos de sus huéspedes. Finalmente pierden la razón por completo y son plenamente poseídos por la Plaga, transformándose en Infestados. Un infestado mantiene su voz y memoria de su vida pasada, pero vive al servicio de la Plaga y su única ambición es extenderla sobre el mundo. Su alma ha sido consumida por la maldición, sustituida por un retal de Tinieblas. Poseídos. Huyen de la luz del sol, como todas las criaturas impías, y detestan el tacto de la pureza. Como demonios que son, su única ambición es corromper y destruir, acompañados de su cohorte de moscas. Son colonias vivientes de estas asquerosas criaturas, y si se les pincha o abre, se liberan hordas de estos repugnantes insectos mezclados con sus pútridos humores. Los infestados no suelen vivir mucho más, los estudios de los físicos calculan una esperanza de vida de hasta un año. Hay rumores de que hay cambios aún más profundos esperando a algunos escogidos por la Plaga, cambios que los alejarán aún más de lo gentil a lo demoníaco... o a lo divino, según las palabras de algunos profetas profanos. 

Por suerte, la Plaga no ha vuelto a extenderse sobre el mundo como lo hizo hace siglos. Pequeños brotes surgen de vez en cuando, pero son rápida y duramente aplacados, a cualquier coste. Pero todos los sabios temen. Pocos son inmunes a la Plaga. Sólo los santos más poderosos parecen capaces de curarla en su estado temprano, antes de que sus síntomas aparezcan, y estos no abundan. Y fuerzas oscuras conspiran para traerla de nuevo a gobernar con miedo y moscas el mundo de las Gentes.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Las Gentes del mundo: Elfos

Uno de los aspectos fundamentales a la hora de definir cualquier ambientación de fantasía (o incluso ciencia ficción) son las especies, o razas, que la pueblan. El mundo es la percepción que tenemos de él, las convenciones y ideas son la percepción que el conjunto de nosotros tenemos de él. Por eso, la gente que puebla el mundo en cierto sentido le da forma, y es fundamental entender sus culturas y forma de ver el mundo para poder darle el tono y naturaleza apropiado. Por eso, voy a empezar con esta serie de entradas en las que voy a hablar de las cuatro especies que pueblan el mundo. Aunque luego haya divisiones culturales entre ellas, todas comparten unos rasgos generales.

Las Gentes

Por el nombre de Gentes se llama a las cuatro especies inteligentes y civilizadas del mundo. Como rasgos en común las Gentes tienen una anatomía humanoide, una preferencia por las horas diurnas y culturas que comparten una lengua común, conocida como gentil.

Elfos


Los elfos del mundo son una raza misteriosa de gentes errantes. Nunca se han encontrado más de una docena juntos, y casi siempre se les encuentra en solitario. Se rumorea que en las profundidades de los bosques hay magníficas fortalezas élficas ocultas mediante hechicería y custodiadas por guerreros de cientos de años de edad, pero no son más que habladurías que los elfos no se dignan a discutir.

La mayoría viajan por placer y como una forma de entretener su larga y solitaria existencia. Los elfos no sienten la necesidad de la compañía de otras Gentes, como sucede con los humanos, enanos o medianos, y por eso mismo muchos los consideran altivos y distantes. Sin embargo, los elfos son seres fuertemente pasionales, capaces de las más intensas alegrías y las más hondas pasiones. Dada su naturaleza solitaria y errante, no suelen reproducirse a menudo y cada unidad familiar es un mundo, pues carecen de tradiciones unificadas al respecto. Antes de la treintena alcanzan su madurez y abandonan la familia que les ha criado. Los lazos familiares entre ellos no son particularmente fuertes, y no es raro que padres e hijos puedan llegar a tratarse como extraños. En las tierras civilizadas se les mira con desconfianza debido a la inmensa cantidad de fábulas, supersticiones y rumores que sobre ellos se cuentan.

Los elfos son los eternos testigos del mundo, partícipes de su historia, pero nunca protagonistas, un pueblo sin patria ni identidad unificada más allá de su amor por los bosques y su lengua ancestral. Según algunas de sus historias más antiguas (los elfos poseen una rica tradición oral, pero apenas ninguna escrita) ya estaban ahí cuando los humanos pisaron el mundo por primera vez, y estarán ahí cuando el último de ellos exhale su último aliento.
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 Entre las capacidades de los elfos se cuenta una habilidad de combate aceptable, pero sin duda su característica más llamativa es su magia. Todos los elfos conocen al menos un conjuro, aprendido a raíz de su larga experiencia vital y su natural interés y talento en lo arcano.